India

Comienza esta aventura aterrizando en la capital de la India, Delhi. En Nueva Delhi encontrarás un gran número de monumentos destacados como la Tumba de Humayun, la Mezquita Masjid, el Fuerte Rojo y el Templo de Loto. El Viejo Delhi todavía conserva intacto el carácter laberíntico de sus estrechos callejones. Recorrer este sector subido en rickshaw (una especie de bicicleta de tres ruedas con un compartimento para los pasajeros) te garantiza una experiencia muy divertida.

Continúa tu viaje hacia el sur hasta llegar a Agra. En esta ciudad adorada por quienes la visitan se encuentra el Taj Mahal, una magnífica obra arquitectónica que tiene la capacidad de sobrecoger y emocionar al viajero por su grandiosidad. Otra de las mejores cosas que hacer en Agra es ir a ver el Fuerte de Agra, una antigua fortaleza que ocupa trescientos veinte mil metros cuadrados.

A cuarenta kilómetros de Agra se halla Fatehpur Sikri, una ciudad concebida y levantada con el propósito de albergar la capital del Imperio mogol. A causa de las fuertes sequías periódicas que asolaron la zona, la ciudad tuvo que ser abandonada por falta de agua tras haber sido construida. Es prácticamente un museo al aire libre donde tendrás la oportunidad de contemplar numerosos patios, plazas y vías diseñadas con amplitud. 

Aprovecha este viaje para hacer una agradable pausa en un humilde pueblecito llamado Samode. Su interés reside básicamente en su hotel-palacio en el que puedes alojarte con todas las comodidades. No te vayas de Samode sin acercarte a la India más rural y genuina interactuando con los lugareños y descubriendo cómo viven y a qué dedican su tiempo. 

A tan solo veinte minutos en coche de Samode, llegarás a tu siguiente parada: Jaipur. En la capital mágica del Rajastán destaca el ambiente de sus calles, el cual suele ser muy animado. En una ruta por la ciudad no puede faltar que veas sus bazares, la imponente fachada del Palacio de los vientos, el Palacio de la Ciudad y el Observatorio astronómico Jantar Mantar.

Entre Jaipur y Udaipur hay dos localizaciones dignas de visitar. La primera es Púshkar, uno de los destinos de peregrinación más representativos del país. Se trata un lugar muy peculiar que reúne a religiosos, comerciantes y turistas y que celebra, entre octubre y noviembre, la mayor feria de camellos del mundo. Desde Udaipur y no muy lejos de Jodhpur, tienes la opción de ir a Ranakpur para contemplar sus templos jainistas, que son verdaderas obras maestras.

Udaipur, conocida como la “Venecia de Oriente”, es una de las ciudades más fascinantes y románticas del subcontinente. Te recomendamos dar un relajante paseo en barco por el lago Pichola y admirar las vistas de la ciudad y sus alrededores. Si deseas explorar la belleza arquitectónica de Udaipur, no puedes perderte ni el Lake Palace (en la isla de Jag Niwas) y ni el Palacio Jag Mandir (en la isla Jag Mandir).

El colofón de este viaje es, sin duda, Benarés. Es necesario que sepas que este lugar desafía los sentidos del viajero occidental. Por un lado, te sorprenderá el misticismo de su gente y el encanto de sus templos. Por otro lado, podrás vivir de cerca algunas costumbres que pueden resultarte chocantes. Debes estar preparado para asistir a las más crudas expresiones de espiritualidad que se realizan en los ghats a orillas del río Ganges.

Si en este momento de tu vida estás listo para viajar a la India, adelante. En pocos días, este país te hará sentir una combinación de emociones increíbles que permanecerán en tu recuerdo durante largo tiempo.