La diversidad cultural y amabilidad de sus gentes hacen de este país un destino cautivador. Asia, África y Europa en una sola isla. Esta mezcla de las diferentes culturas que se han encontrado aquí a lo largo de la historia nos brinda, gracias a su mezcla de religiones (hindú, cristiana y musulmana), una gran riqueza gastronómica de la que disfrutar.
Cuando nos imaginamos viajar a Mauricio pensamos en sus playas de arena blanca, en sus aguas cristalinas, en su barrera de coral que rodea la isla, en el placer de zambullirnos en el mar y en ver numerosas variedades de peces de colores, así como en nadar con delfines, en navegar a vela o en practicar submarinismo, snorkel, windsurf, kitesurf…
Sin embargo, al viajar a Mauricio no podemos obviar su parte interior, tierra de origen volcánico cubierta de verdes extensiones de cultivos de caña de azúcar. Una naturaleza agradable y fácil de admirar dando cortos paseos: las gargantas de la Rivière Noire, la selva de Macchabée o el jardín Botánico de Pamplemouse. Los cráteres Trou aux Cerfs y Grand Bassin son dos paradas imprescindibles que regalan un espectáculo natural tan bello como insólito. Ascender a Le Morne Brabant es una grata experiencia, las panorámicas de esta parte de la isla son realmente espectaculares.
¡Isla Mauricio, un destino imprescindible!




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