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A pesar de las lluvias, Irlanda es un destino perfecto para deleitarse con sus estampas otoñales repletas de naturaleza. Hoy te invitamos a descubrir 5 lugares imprescindibles que debes conocer si decides hacer una escapada otoñal a Irlanda. ¡Empezamos!
Connemara es una de las joyas de Irlanda. En esta región de belleza salvaje, ubicada al oeste de la ciudad de Galway, encontrarás vistas únicas y un patrimonio cultural realmente increíble.
El Parque Nacional de Connemara es de visita obligaba, ya que aquí podrás contemplar la cara más rural de Irlanda. Te esperan amplias colinas, lagos, praderas con ovejas pastando y algunas construcciones que se levantan entre los bosques.
Si recorres Diamond Hill tendrás el Atlántico justo a un lado del sendero y, al otro, la cordillera Twelve Ben. Alcanzar su cima es todo un reto, pero si lo logras, tendrás ante ti las panorámicas más sorprendentes de la zona.
Durante tu andadura por Connemara, pasarás por carreteras y caminos tranquilos rodeadas de paisajes a cuál más bonito como, por ejemplo, el fiordo glacial de Killary.
Si te gusta la arquitectura y la historia, dirígete a la orilla de Lough Pollacopall. Verás la Abadía de Kylemore, un edificio de piedra gris que destaca entre el verde de las montañas y los árboles. Aunque consta de una iglesia neogótica y de un mausoleo, actualmente solo es posible acceder a sus jardines victorianos conocidos como Walled Victorian Gardens.
Una de las rutas más bellas del país para una escapada otoñal a Irlanda en coche es Ring of Kerry.
Se trata de un circuito de unos 170 km, con inicio y fin en Killarne, que te permite pasar por diferentes puntos del suroeste de la isla y, en concreto, de la Península de Iveragh.
Cada curva trae consigo una nueva sorpresa: un lago, una cascada, un río, una playa, un acantilado, una imponente mansión, un gran castillo, un peculiar pueblo costero… ¡No olvides tener la cámara de fotos siempre lista!
Uno de los sitios que querrás inmortalizar es Torc Waterfall, una cascada con veinte metros de altura que forma parte del río Owengariff y que desemboca en el lago Muckross. Muy cerca de aquí te espera una casa del siglo XIX con exuberantes jardines, Muckross House.
Otra de las paradas imprescindibles de este viaje a medida es Moll’s Gap, un paso de montaña que está al sur del Parque Nacional Killarney, el cual ofrece unas vistas son excelentes.
Y, entre muchas otras atracciones con las que te irás topando, no te dejes el Desfiladero de Dunloe, un paraje excepcional en el que dos paredes rocosas se elevan a los lados de un precioso valle glaciar.
Una estampa muy famosa de la Isla Esmeralda es la de los acantilados de Moher.
Están situados en la costa del océano Atlántico y comprenden, aproximadamente, 8 kilómetros de extensión.
Sus diferentes alturas pueden llegar hasta los 216 metros sobre el mar, por lo que este conjunto de vertiginosas cordilleras no te dejará para nada indiferente. Tiene ocho cabos y unas paredes negras casi verticales, repletas de entrantes y salientes.
Aunque existe una zona para poder verlos con seguridad, también hay unos caminos de tierra sin protección indicados solo para los visitantes más atrevidos.
Es un paisaje tan impresionante que fue nominado para formar parte de las Siete Nuevas Maravillas de la Naturaleza. Su hermosura gana intensidad en los meses otoñales, así que ahora es un buen momento para conocer los acantilados de Moher.
Recuerda que desde la torre O’Brien, un mirador construido en el siglo XIX, podrás divisar la costa de Connemara, las islas Aran y la bahía de Galway.
Como curiosidad, te contamos que estos acantilados han sido el escenario de algunas películas como, por ejemplo, “La Princesa Prometida” o “Harry Potter y el Misterio del Príncipe”.
Uno de los emplazamientos emblemáticos del norte de Irlanda (aproximadamente una hora al este de Derry) es la Calzada de los Gigantes.
Es un asombroso conjunto de columnas de basalto con forma hexagonal dispuestas de un modo que crean escalones que descienden hasta el mar.
Aunque los científicos señalan que la Calzada de los Gigantes se originó al solidificarse la lava después de una erupción hace unos sesenta millones de años, la leyenda nos cuenta otra cosa. Según esta, surgió del conflicto entre dos gigantes, el irlandés Finn McCool y el escocés Bennandoner, que continuamente se lanzaban rocas. Dicho enfrentamiento terminó por formar una calzada de piedras sobre el agua que les serviría para cruzar el mar y resolver sus disputas cara a cara.
Este fenómeno geológico, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 1986, se divide en cuatro tramos que se reconocen por su color: verde (fácil), azul (dificultad moderada), rojo (intervalo más exigente con escaleras) y amarillo (nivel avanzado).
No olvides pasarte por el Centro de Visitantes, un espacio interactivo muy bien integrado en el entorno donde podrás obtener información de calidad con la que completar tu visita.
La Bahía de Murlough se encuentra en el condado de Antrim. En concreto, se halla dentro del Parque Nacional de Murlough, una reserva natural que cuenta con una playa de dunas de arena con más de seis mil años.
Es un auténtico paraíso para los amantes de la de naturaleza. Si es tu caso, disfrutarás mucho descubriendo su flora y su fauna. Por ejemplo, posee una gran variedad de mariposas y flores silvestres.
Popular por su gran belleza, desde ella es posible apreciar la isla Rathlin y el Mull of Kintyre, la punta de la península de Kintyre.
Debido a la gran cantidad de sendas y paseos marítimos que hay en este lugar, podrás hacer largas caminatas mientras observas tu alrededor y las aves que rodean el borde de Dunrum Bay y las montañas de Mourne.
La Bahía de Murlough es una verdadera maravilla y un enclave imprescindible en tu paso por Irlanda del Norte.
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