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El aire es cada vez más fresco y las hojas de los árboles empiezan a caer: parece que el otoño se acerca. Sigue leyendo porque hoy te vamos a dar 5 razones por las que disfrutar el otoño en Francia. ¡Toma nota!
El otoño en Francia nos brinda un buen momento para perderse por sus bellos bosques, los cuales tienen sus particularidades dependiendo de cada región.
Por ejemplo, en el Valle del Loira, en Sologne, en el bosque de Chambord, en los grandes bosques de Rambouillet o de Chantilly en Île-de-France, te llamará la atención la gran paleta de colores con la que nos sorprende la naturaleza. Cada especie de árbol aporta su tono y se crean unas estampas multicolores fascinantes.
En Dordoña, en Borgoña o en el País Vasco francés, las colinas se tiñen con una explosiva y amplia gama cromática para decir adiós a los últimos rayos de sol.
Sin embargo, en lugares como las laderas de las montañas, en los Alpes, en el Macizo de los Vosgos, en las montañas del Jura, en Auvernia o en los Pirineos, esta estación del año es, sin duda, bicolor. Cuando comienza, los pinos se visten de verde oscuro y los árboles caducifolios dibujan grandes extensiones anaranjadas.
La zona de las Ardenas es ideal para dar largas caminatas por el monte mientras sientes los agradables olores de la tierra. También te animamos a descubrir el escenario donde se ambientaron las aventuras del Rey Arturo, el bosque de Brocéliande.
Con la llegada del otoño en Francia, la recogida de la uva está a punto de finalizar en la mayoría de las regiones de Francia.
Es el momento perfecto para ver de cerca los viñedos y degustar sus caldos, ya que el trabajo es más calmado y los viticultores pueden dedicar algo de tiempo a los amantes del vino que se acercan a visitar las viñas.
Te recomendamos realizar la ruta vinícola más célebre de Borgoña, la “Route des Grands Crus”. Consta de diferentes caminos que se abren paso entre pintorescos pueblecitos con iglesia y campanario de piedra.
Puedes hacer esta ruta desde Dijon hasta el Château de la Rochepot e ir probando distintos vinos mientras exploras los enclaves turísticos con los que te vas topando o practicas el senderismo por vías muy bien señalizadas.
El Côte de Beaune es uno de los grandes viñedos de Borgoña. Tiene cerca de seis mil hectáreas de viñas que ofrecen excelentes vinos tintos (Volnay, Pommard, Beaune y Aloxe Corton) y blancos (Montrachet, Mersault y Corton Charlemagne).
A pie, en bicicleta o en globo aerostático… ¡Hay muchas maneras de maravillarse con estos preciosos paisajes!
Una forma de contemplar el otoño en Francia, y cómo las hojas de los árboles empiezan a caer y se arremolinan con el viento, es haciendo un crucero fluvial por los canales franceses. En el país vecino, hay nada más y nada menos que 8.500 km de vías navegables.
Uno de los canales más famosos es el Canal du Midi, también conocido como Canal Real del Languedoc. Se trata de una magnífica obra de ingeniería y diseño, registrada en el Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO en 1996. Se extiende a lo largo de 240 km desde la ciudad de Toulouse hasta el lago Étang de Thau y está conectado con el mar Mediterráneo.
Si realizas este recorrido en barca, podrás ver un paisaje de ensueño salpicado por joyas arquitectónicas sin igual. Te encantará cruzar el túnel de Malpas, ver el puente-canal de Béziers y pasar por la ciudad fortificada de Carcasona. En algunas partes de las riberas del canal se despliegan campos de cereales, así como hileras de plátanos, pinos y cipreses que dan sombra al curso del agua.
También te sugerimos conocer el lago de Annecy, considerado el más limpio de Francia. Situado en un entorno natural único, presume de tener la silueta de los Alpes como telón de fondo. Si viajas con tu pareja, aprovecha las luces tenues del ataracear para disfrutar de un paseo romántico andando por la orilla o para visitar uno de sus jardines, como los Jardins de l’Europe.
Si eres aficionado a la bici, debes saber que, en 2021, fue inaugurada la ruta ciclista “Vélomaritime”.
Este trayecto costero, de unos 1.500 km, va desde Bretaña hasta Bélgica y posee una amplia red de senderos salvajes y paisajes que hasta ahora eran inaccesibles para los ciclistas.
Hallarás tramos muy diversos entre sí como carreteras pequeñas con algunos intervalos empinados, vías verdes o carriles bici sin apenas desnivel.
Ya te vamos avisando de que te esperan unas vistas espectaculares que no podrás evitar fotografiar: impresionantes cabos y acantilados, grupos de dunas, un buen número de monumentos y bastantes tesoros arquitectónicos.
Entre Roscoff y Dunkerque encontrarás varios puntos concretos a los que se les ha otorgado el distintivo oficial “Grand Site de France”, cuyo objetivo es promover la buena conservación y mejora de los espacios naturales que hay en el país.
Algunos de estos sitios de interés son: la Bahía de Somme, los cabos Cap Gris-Nez y Cap Blanc-Nez, los acantilados ventosos de Étretat y el Monte Saint-Michel.
En definitiva, es una ruta impresionante que, por si fuera poco, cuenta con cincuenta potentes faros.
Cuando llega septiembre, toca decir adiós a las frutas y a las verduras de verano para dar la bienvenida a los moluscos, a las coles, a las calabazas, a los champiñones y a otras delicias del otoño en Francia.
Si a ti también te va apeteciendo degustar platos guisados a fuego lento, te recomendamos dirigirte a la Borgoña, donde podrás saborear el auténtico “boeuf bourguignon”. En el Valle del Loira, Alsacia o Provenza tendrás la oportunidad de probar las recetas tradicionales elaboradas con productos de caza: asado de ciervo con arándanos, perdices asadas con tocino, pierna de corzo con salsa “grand veneur”, codornices con uvas, “civet” de jabalí…
Las regiones marítimas también tienen mucho que ofrecer en cuanto a gastronomía otoñal. Así, en Bretaña o en Normandía destacan los mejillones, los bígaros, las almejas y las vieiras. Y si te gustan las ostras, estás de suerte porque justamente se toman entre septiembre y abril.
No podemos olvidarnos del chucrut, que no falta en las mesas de Alsacia cuando comienzan a sentirse los primeros fríos después de los meses más calurosos. Para deleitarte con todas sus variedades, lo mejor es recorrer la “Route de la Choucroute” a lo largo del Bajo Rin.
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